Razones para dejar de comer Harina Refinada

Las harinas refinadas se obtienen a partir de cereales. Durante su procesamiento se elimina el germen y el salvado para darle una textura más fina y una vida útil más larga. Sin embargo, la mayoría de su fibra y sus nutrientes se pierden durante la refinación. En la actualidad muchos productos alimentarios del mercado contienen harinas refinadas, en vez de incluir las integrales que estimulan la digestión, publica el portal ‘Mejor con Salud’.

Entre los productos que normalmente se elaboran con harinas refinadas tenemos: las pizzas, las tortillas, panes blancos, galletas dulces y pastas. Aunque en cantidades mínimas no son perjudiciales, la ingesta excesiva y frecuente de estos productos produce reacciones indeseadas en el organismo.

Los alimentos elaborados con harinas refinadas son algunos de los principales responsables del aumento de peso corporal y los trastornos metabólicos a nivel poblacional. Los hidratos de carbono ralentizan el metabolismo, Al aumentar el nivel de glucosa de la sangre, favorecen la acumulación de grasas, sobre todo en la zona abdominal.

Las personas que ingieren este producto todos los días tienen un alto riesgo de sufrir de diabetes en comparación con aquellos que eligen las harinas integrales. Al contener altas concentración de hidratos de carbono simples, producen frecuentes picos de azúcar y estimulan la actividad pancreática. Esto puede conllevar a un incremento del apetito y a deficiencia en la producción de insulina.

El 80 % de la fibra dietética desaparece durante el proceso de refinamiento. En consecuencia, las harinas refinadas pueden provocar trastornos digestivos, estreñimiento e inflamación. Según diferentes estudios el consumo de harinas blancas puede generar alergias, deficiencia de vitamina B e incluso intolerancia al gluten.

Comer alimentos refinados produce una sensación de placer momentánea. Pero la acumulación de hidratos de carbono se relaciona con la tendencia a sufrir de fatiga, somnolencia e incluso depresión. Esto explica por qué, tras ingerir comidas ricas en harinas refinadas, muchas personas se sienten bajas de ánimo y con la necesidad de tomar una siesta.