¿Qué le pasa a tu cuerpo al Comer Hamburguesas de las Cadenas Comerciales?

Los excesos nunca son buenos y comer de vez en cuando una hamburguesa de las cadenas de comida rápida, en principio, no te va a matar, pero es conveniente que tengas en cuenta sus efectos en tu organismo a largo plazo. Las expertas en nutrición y alimentación Keri Gans y Bonnie Taub-Dix plantean en Yahoo Health “lo bueno, lo malo y lo peligroso que ocurre en tu cuerpo poco después de digerir una de estas hamburguesas, así como lo que puede suceder con el paso del tiempo si lo conviertes en un hábito”. Así es como te afecta comer una de esas jugosas hamburguesas de la cabeza a los pies, informa ‘El Confidencial’.

Cerebro: hay una razón que explica por qué comer una hamburguesa es tan placentero. ¿Nunca te has preguntado por qué es una de esas comidas capricho que de vez en cuando te apetece mucho comer? El ingrediente principal de la mayor parte de ellas es la carne roja que contiene aminoácido triptófano, que ejerce un efecto calmante del sistema nervioso reduciendo la ansiedad y estabilizando el estado de ánimo. Este aminoácido se encarga de ayudar al organismo a producir la hormona de la serotonina, que es precisamente la que actúa como uno de los principales neurotransmisores para controlar la inhibición de la ira, el humor, el sueño, la temperatura corporal o el apetito. Exacto, ayuda a que te sientas saciado, animado y cómodo, de ahí que numerosos estudios hayan relacionado los niveles óptimos de serotonina con menores posibilidades de desarrollar de depresión o padecer ansiedad.

Corazón: una vez más es la carne roja la protagonista de cómo influye el consumo de hamburguesas en nuestro cuerpo. Las grasas saturadas presentes en este tipo de carne aumentan el riesgo de padecer enfermedades cardiacas, sufrir un accidente cerebrovascular e incluso de padecer algunos tipos de cáncer. No obstante, en la actualidad se ha abierto un debate sobre si están o no científicamente demostradas estas afecciones negativas de las grasas saturadas en nuestro organismo y son muchos los expertos que incluso defienden que son saludables y pueden ayudar a adelgazar.

Otro de los ingredientes que no les suele falta a las hamburguesas es la sal. Si te gusta que vayan bien aderezadas con cloruro de sodio ten en cuenta que este hace que tu cuerpo retenga líquidos lo que se traduce en sensación de estar hinchados y en malestar estomacal (lo que explica que, en ocasiones, nos cueste tanto digerirlas).

Torrente sanguíneo: según un estudio publicado en 2012 en el Canadian Journal of Cardiology poco después de comer una hamburguesa rápida nuestras arterias ya sufren daños. Como comentábamos en el punto anterior, la sal que contiene esta comida obliga a trabajar más fuerte al corazón, por lo que aumenta la presión arterial directamente cuando la ingerimos. Además, a medio y largo plazo, las grasas saturadas de la carne roja pueden aumentar los niveles de colesterol.

Pero no todo es malo. Gans y Taub-Dix también destacan el lado positivo de comer hamburguesas rápidas: “la carne roja es rica en hierro, lo que la convierte en un alimento importante para mujeres en edad fértil que suelen tener bajos los niveles de este mineral esencial para el organismo, y también proporciona vitamina B12 y zinc, que ayuda a fortalecer el sistema inmunológico”.

Azúcar en la sangre: “Los carbohidratos refinados en el pan de hamburguesa se digieren y hacen que los niveles de azúcar en la sangre se eleven rápidamente”, explican las expertas. A corto plazo no notamos sus efectos pero con el paso del tiempo, una dieta alta en hidratos de carbono refinados puede traducirse en el desarrollo de diabetes de tipo 2.

En tu aspecto físico: su consumo tiene su lado positivo ya que, como comentan las expertas, “la carne roja es una buena fuente de proteínas, por lo que proporciona energía inmediata a nuestro organismo y ayuda a fortalecer los huesos y los músculos a largo plazo”. Sin embargo, también suele ser un alimento con un alto contenido calórico lo que, con el tiempo y un consumo regular, puede traducirse en un aumento de peso que, además de sus connotaciones físicas, afecta a nuestro organismos poniéndonos en riesgo de desarrollar varias enfermedades como la obesidad o la mencionada diabetes de tipo 2.