Ponen en duda fragmentos de nave espacial recuperados por Profesor de Harvard
La comunidad científica se ha mostrado escéptica respecto a las afirmaciones del astrónomo y profesor de la Universidad Harvard (EE.UU.) Avi Loeb de que había encontrado fragmentos de tecnología alienígena en un meteorito que se estrelló en las aguas de Papúa Nueva Guinea en enero de 2014. Loeb opina que este objeto, al que denominó Interstellar Meteor 1 (IM1), proviene de otro sistema estelar, aunque hasta la fecha, no ha habido impactos de meteoritos interestelares confirmados en la Tierra.
Encontrar un meteorito interestelar “sería un resultado extremadamente bueno”, ha comentado a Live Science el especialista en meteoritos de la Universidad de Western Ontario, en Canadá, Peter Brown. “Pero no veo ninguna evidencia que necesariamente lo respalde en una hipótesis tan extrema”, ha indicado el coautor de un reciente artículo que cuestiona la procedencia interestelar de IM1.
Además, Brown, como muchos otros científicos, pone en duda el origen de los 50 pequeños fragmentos esféricos encontrados por Loeb, diciendo que ellos pueden no estar relacionados, necesariamente, con la bola de fuego que se estrelló en las aguas de Papúa Nueva Guinea hace más de 9 años. “Se sabe desde hace un siglo que si tomas un rastrillo magnético y lo pasas por el fondo del océano, levantarás esférulas extraterrestres”, ha asegurado Brown, al explicar que tales objetos se han acumulado en el lecho del océano mundial durante millones de años y proceden de meteoritos que arrojan pequeños fragmentos de metal fundido a medida que pasan por encima.
Si se añade a este factor el cambio de las corrientes oceánicas y los movimientos sedimentarios, “esencialmente sería imposible decir que esta esférula en particular proviene de un evento en particular”. Loeb y su equipo recolectaron 50 pequeños fragmentos esféricos en una expedición al océano Pacífico, que se llevó a cabo a dos kilómetros de profundidad, cerca de la isla de Manus, a mediados de junio.
El astrónomo indicó que se trataba de esférulas milimétricas de metal con una composición que, según él, es “anómala” si se compara con las combinaciones hechas por el hombre.