Larva es propuesta para combatir el Hambre Mundial

¿Es posible que una larva sea un ‘superalimento’ y que por otro lado arruine los cultivos y cause pérdidas económicas? Las dos respuestas son positivas y sirven para hablar de un insecto surgido de la incalculable biodiversidad en las selva amazónica, que la alta cocina incluye cada vez más en sus menús.

Como mojojoy se conoce en las comunidades indígenas del departamento colombiano del Amazonas, en el extremo sur del país, a la larva del coleóptero o escarabajo Rhynchophorus palmarum, que también es llamado cucarrón, cigarrón, gorgojo, gorgojo de palma, casanga, picudo, picudo negro, picudo del cocotero, según afirma el investigador e historiador venezolano Rafael Cartay en la página ‘Del Amazonas’. La larva tiene otras denominaciones en la amazonia suramericana. En Perú es conocida como suri; en Ecuador como chontacuro, mukint o mukindi; en Colombia también se le dice chiza y en Venezuela se le llama gusano de palma, escribe Cartay.

Más allá de sus nombres, que dependen de donde se encuentren, estos insectos en desarrollo han sido ancestralmente utilizados por esas comunidades amazónicas como parte de su alimentación, que según estudios es rica en proteínas y grasas, y por sus cualidades medicinales. Los indígenas recolectan estas larvas de las palmeras de seje y de moriche, principalmente, y se las comen crudas, hervidas o asadas. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) define la entomofagia como el consumo de insectos por los seres humanos y afirma que contribuye a la seguridad alimentaria y a combatir el hambre en el mundo.

El organismo internacional propone que “una de las muchas vías para abordar la seguridad de alimentos” es a través de la cría de insectos debido a su rápida reproducción y sus altas tasas de crecimiento. “Son nutritivos, ya que contienen niveles elevados de proteínas, grasas y minerales”, explica. Como alternativa, ante los daños que puedan causar a los cultivos, la FAO dice que pueden criarse aprovechando diversos flujos de residuos, sobre todo de alimentos.

En la Amazonia son consumidas por los grupos indígenas tikuna, yagua y bora y en Colombia se han identificado por lo menos 547 especies. Si bien los beneficios para la salud dependen del contenido nutricional de los insectos, según su etapa de vida, hábitat y dieta, las proteínas y los nutrientes son de “alta calidad”, si se les compara con los de la carne y el pescado, según la FAO.

Además, son importantes complementos alimenticios para los niños con desnutrición porque contienen elevados niveles de ácidos grasos y tiene un riesgo reducido de transmisión de enfermedades a los humanos. Entre sus componentes también poseen fibra y micronutrientes como cobre, hierro, magnesio, fósforo, manganeso, selenio y zinc, indicó ‘RT’