La Guadalupana es un Códice Divino para los Indígenas

Para un debido acercamiento y una auténtica interpretación de lo que nos ofrece esta Imagen se deben eliminar toda imaginación fantasiosa y toda interpretación sin fundamento, pues es necesario tener en cuenta la convergencia y coherencia de diversos aspectos entre los que destacan la mentalidad indígena, especialmente de los grandes sabios tlamatinime y la manera de plasmar sus conceptos en los códices, así como los aspectos de diversas ciencias y, sobre todo, tener muy en cuenta la teología que nos da la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia, afirma el portal ‘Morenita.mx’.

La imagen de Santa María de Guadalupe manifiesta la inculturación perfecta del Evangelio. Esta portentosa Imagen está plasmada en la humilde tilma de san Juan Diego hecha de fibras vegetales de izótl, que es una palma agavácea.

Santa María de Guadalupe toma lo bueno y verdadero, las “semillas del Verbo”, y las lleva a la plenitud en Jesucristo Nuestro Señor, es una verdadera “inculturación del Evangelio”, es decir, Ella sabe distinguir estas semillas en el corazón de todo ser humano, dentro de toda cultura, más allá de tradiciones y costumbres, y es ahí en donde pone a su amado hijo Jesucristo, Salvador y Redentor. En esta Imagen se ofrece un verdadero mensaje del amor de Dios tanto para los indígenas como para cualquier cultura; cuya fuente iconográfica y teológica es lo que nos proclama el libro del Apocalipsis, en el capítulo 12,1-2 “Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida de sol, con la luna bajo sus pies, (…) está en cinta”. O también en el capítulo 21, 2-4: “Vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios engalanada como una novia ataviada para su esposo. Y oí una fuerte voz que decía desde el trono: «Esta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo y Él, Dios-con-ellos, será su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos, ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado»”.

 

 

El rostro mestizo de Santa María de Guadalupe es de una jovencita de gran belleza, en él se manifiesta ternura, compasión, misericordia, consuelo y amor; está inclinado en signo de humildad, como lo expresan los indígenas: “es importante esta Mujer, porque se para frente al sol, pisa la luna y se viste con las estrellas, pero su rostro nos dice que hay alguien mayor que Ella, porque está inclinada en signo de respeto.” Pero es sorprendente que dicha inclinación coincide con los mismos grados de inclinación de la tierra.

Su rostro es mestizo, lo que significa que Ella es madre de todos los seres humanos; como se lo dijo a Juan Diego: “«Porque, en verdad, yo me honro en ser tu madre compasiva, tuya y de todos los hombres que vivís juntos en esta tierra, y también de todas las demás variadas estirpes de hombres, los que me amen” (Nican Mopohua, vv. 29-31).

En Ella se identifican todas las razas y, al mismo tiempo, Ella ha tomado de nosotros su identidad, como dice la tradición indígena de Zozocolco, Veracruz: “Su rostro no es ni de ellos (los españoles) ni de nosotros (indígenas) sino de ambos…” Por ello, se le llama con cariño la “Morenita”, Madre de todos los pueblos. Su nariz recta y perfecta, su boca muy hermosa y bien proporcionada; en su labio inferior, por “casualidad”, cae un nudo de los hilos de la tilma, resaltando su belleza y su gracia.

 

 

Santa María de Guadalupe se para frente al sol y es rodeada por rayos de oro, intercalándose los de forma recta con los serpenteantes, y está integrando una figura de “nimbo” de forma de almendra (mandorla) en toda la figura, lo que significa divinidad; que si bien, recuerda las imágenes de la Inmaculada Concepción europeas, al mismo tiempo manifiesta que Ella porta al verdadero Sol de Justicia que viene a superar y a darle plenitud a todo lo creado.

Mensaje que de igual forma los indígenas entendieron; la tradición oral de los pobladores de Zozocolco, Veracruz, nos ayudan a entender lo que los indígenas comprendían, ellos decían: “una Mujer con gran importancia, más que los mismos emperadores, que a pesar de ser mujer, su poderío es tal que se para frente al sol, nuestro dador de vida, y pisa la luna, que es nuestra guía en la lucha por la luz y se viste con las estrellas, que son las que rigen nuestra existencia y nos dicen cuándo debemos sembrar, doblar o cosechar”.[1]El texto completo y su ratificación judicial, se encuentra en la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos, Archivo para la Causa de Canonización de Juan Diego.

 

 

Todas estas flores extrañas son un cúmulo de mensajes.
Mientras que para los españoles simplemente eran “arabescos” o adornos, para los indígenas eran todo un mensaje, tan claro y perceptible que dichos “glifos” no siguen los pliegues de la túnica, sino que están encima de los pliegues, todas las flores tienen su “raíz en el cielo”, representado por el manto azul-verdoso lleno de estrellas, lo que significa que esta flor tiene su fundamento en lo celestial. La flor tiene la figura de cerro, mientras que su tallo tiene la figura de agua; este monte termina en punta, lo que para los indígenas es Tepeyac, pues significa “cerro punta”.

Hay que tomar en cuenta que para los indígenas “flor y agua” significa “civilización”, por lo tanto, representa una civilización enraizada en lo celeste.
En la flor-cerro se observan pequeñas flores entorno, lo que significa que es xochitlalpan o tierra de las flores, es decir, la plenitud de la verdad.

Ahora bien, si ponemos de cabeza esta flor-cerro, como también los indígenas veían los códices desde diferentes ángulos, podemos comprobar por sus mismos códices que esta flor-cerro es también corazón, sangre y arterias, por lo tanto el sustento de la divinidad.

Si volvemos a su posición original, dentro de esta flor-cerro-corazón se observa un rostro, para los indígenas ser sabio significa “poner un rostro humano en el corazón ajeno”, por lo que se entiende que esta flor-cerro-corazón significa que está llena de la sabiduría divina.
De esta manera, podemos concluir que esta flor de la verdad de Dios es una nueva civilización que surge del cielo y está llena de la verdad y la sabiduría divina.Esto concuerda perfectamente con lo que es el centro del mensaje de Santa María de Guadalupe, quien mucho desea se le construya una “casita sagrada” lo que significa una nueva civilización del amor y de la sabiduría de Dios.

 

 

La flor de cuatro pétalos, única en toda la túnica de la Virgen de Guadalupe y que se encuentra a la altura de su inmaculado vientre de la Virgen de Guadalupe, representa el Nahui Ollin y que significa: El verdaderísimo Dios por quien se vive.

Así que los indígenas captaron que el Ser que se encuentra en el vientre era nada menos que Dios mismo, el Creador del Universo; es Jesucristo el centro, tanto del mensaje como de esta hermosa y portentosa Imagen en la tilma del humilde macehual San Juan Diego; Santa María de Guadalupe es el tabernáculo sagrado de Jesús Eucaristía.Él es el único y eterno sacrificio, quien ofrece su cuerpo, su sangre, su corazón y todo su Ser. Él es quien nos sustenta para la vida eterna.