Identifican a “Vampiro” enterrado hace 200 años en los EUA
Tras su muerte hace unos 200 años y más de tres décadas después de su desentierro, el misterio en torno a un hombre enterrado en EE.UU. en un extraño ritual ‘post mortem’ ha sido resuelto por la ciencia. Sus restos fueron encontrados en el extremo noreste de ese país, en lo que ahora es Griswold (Connecticut), y desde que fue abierto su ataúd comenzaron las especulaciones: quién era ‘JB 55’, y por qué sus huesos estaban donde no debían estar.
En detalle, ‘JB 55’ fue la inscripción encontrada en la tapa del ataúd, interpretada como sus iniciales y la edad en que murió. Pero lo más extraño era que las extremidades del hombre habían sido colocadas en forma de cruz debajo de la calavera y encima de las costillas: el signo de que se trataba de un vampiro.
DNA test IDs remains of 'vampire' found 30 years ago in Connecticut. Spoilers: Not a vampire. https://t.co/PLixxVUPml #genealogy 💀 pic.twitter.com/RzoY3dBG2c
— Elizabeth O'Neal 🌿 (@eliz_oneal) August 1, 2019
Los investigadores entonces supieron que se trataba de un ritual popular entre los siglos XVII y XIX, y asumieron que fue realizado por los familiares del fallecido para evitar que este los persiguiera después de la muerte.
Según trascendió, por algún motivo la familia del hombre decidió desenterrar su cadáver para quemar su corazón, pero lo hizo muy tarde y este ya se había descompuesto. Esto propició el extraño reordenamiento de los huesos, según la creencia de entonces con fines de protección, pero eso fue lo único que los expertos habían podido estimar.
Ahora, tras un meticuloso análisis de ADN del Sistema de Examinación Médica de las Fuerzas Armadas de EE.UU., los expertos creen saber cuál es su nombre: John Barber, posiblemente un granjero que habría sufrido una horrible muerte por tuberculosis. Este caso es único en su tipo porque sería el primer ‘vampiro’ del país cuyos huesos han sido estudiados por la ciencia. “Este caso ha sido un misterio desde la década de 1990”, indicó a ‘The Washington Post’ la científica forense Charla Marshall, que trabajó en el proyecto.