Científicos estadounidenses crean híbridos entre el humanos y ovejas
Un equipo de científicos ha cultivado embriones de oveja que contienen células de nuestra especie con la intención de que, en el futuro, esos animales puedan desarrollar órganos humanos, según se ha anunciado en la reunión anual que la Asociación para el Avance de la Ciencia en Estados Unidos ha celebrado en Austin (Texas).
El año pasado, científicos liderados por Juan Carlos Izpisua Belmonte ya crearon ’embriones quimeras’ —un término adoptado de la mitología griega— de cerdo que evolucionaron durante 28 días y contenían 1 célula humana de cada 100.000. Ahora, especialistas de las Universidades de California y Stanford (EE.UU.) hicieron lo mismo con ovejas, pero en una proporción bastante mayor: “aproximadamente, 1 de cada 10.000”, según precisó un integrante del equipo investigador, Pablo Ross, y reporta ‘The Guardian’.
Ross destaca que trabajar con ovinos tienen varias ventajas, ya que sus cigotos se producien fácilmente por fecundación ‘in vitro’ y necesitan menos cantidad. En caso de un cerdo, “normalmente transferimos 50 embriones a un destinatario”, mientras que con las ovejas “transferimos cuatro”.
De los 28 días de desarrollo, 21 estuvieron dentro de una oveja, tras lo cual fueron destruididos debido a las restricciones legales que prohíben ese proceso entre distintas especies por un periodo superior. Algunos especialistas estiman que, para obtener resultados válidos, al menos un 1 % de las células deben ser humanas y el tiempo debería extenderse hasta 70 días, por lo menos.
Si se logra este avance, se podría resolver la escasez de órganos para realizar trasplantes. De acuerdo con Bruce Whitelaw, profesor de biotecnología animal, se trata de “un importante paso para explorar si las ovejas ofrecen una opción para el emocionante proyecto ‘quimérico'”.
En cambio, organizaciones que defienden a los animales protestan por este tipo de experimentos, que generan preocupaciones éticas sobre si esas ‘quimeras’ acabarían teniendo una mente humana. Hiro Nakauchi, de la Universidad de Stanford, argumenta que “la contribución de las células humanas es muy pequeña hasta el momento” y esto “no se parece en nada a un cerdo con rostro o cerebro humano”.