Celebración de Muertos ‘La Fiesta más Antigua de América’
Con antecedentes históricos de más de 6600 años a nuestra fecha, el culto a la muerte fue practicado cotidianamente por antiguos pueblos primitivos y civilizados; entre Olmecas, Teotihuacanos, Mayas, Carales, Mochicas, Incas, Mixtecos, Mexicas, Anazasi, Hopi… en todo el continente americano.
A través de ceremoniales impresionantes vastos de ricas ofrendas muy especiales que tuvieron como finalidad conducir al muerto a una existencia eterna e infinita, bajo la convicción de que el alma trasciende a la muerte física.
Nosotros, los americanos de hoy, heredamos esta convicción, respetando y venerando a la muerte, por medio de la fiesta más hermosa colorida y cálida de nuestro ciclo solar:
La gran fiesta de la muerte, llevada a cabo desde el 31 de octubre con la llegada de las ánimas a nuestro plano, el 1º. de noviembre se reciben las almas de los difuntos menores, el 2 de noviembre a “todos los santos difuntos” y el 3 de noviembre al “anima sola”; a quienes por varios días se les ofrecen en un altar montado en nuestra casa o en el campo santo, los mejores alimentos regionales como el mole, carne enchilada, tamales; bebidas sagradas como tequila, tesguino, atole, pulque; todo tipo de dulces típicos, las clásicas calaveritas de azúcar chocolate o amaranto, luz, hermosas flores de cempoalxöchitl, música alegre y rezos.
Con todos estos placeres, recordamos a los seres amados que han vuelto de la muerte para compartir la vida tan amada.
Recibimos durante miles de años a nuestros difuntos, cuando el ambiente se llena de olor de azúcar, hojas muertas y tierra seca, cada otoño sin falta, y así lo haremos miles de años más.