Buscarán signos de vida en Cristales de Exoplanetas

Con una presión 40 millones de veces mayor a la de la atmósfera terrestre y 10 veces más intensa que la del núcleo de la Tierra, en el centro de los exoplanetas se forman cristales que los científicos intentarán investigar. Así, conseguirán información que podría ayudarlos a buscar vida.

Según publicó Live Science, no es mucho lo que se sabe de esos cristales, ni de cómo lucen ni de su comportamiento. Conocerlos más en profundidad permitiría revelar detalles sobre su superficie, como si están cubiertos de magma o de hielo o cómo los afecta la radiación de sus estrellas. Las respuestas también echarían luz sobre la posibilidad de que estos exoplanetas alberguen vida.

Además, para obtener más información sobre ellos es fundamental conocer cómo se comportan la roca y el hierro en sus núcleos ultrapresurizados.

Hasta el momento, su estudio se basó en ampliar o reducir a escala lo que se sabe sobre ellos, aplicándolo al sistema solar. Sin embargo, esto no permite conocer, por ejemplo, cuál es el comportamiento del hierro a una presión 10 veces mayor a la del núcleo de la Tierra, afirmó Diana Valencia, científica planetaria de la Universidad de Toronto (Canadá), quien también explicó que ante una enorme presión las propiedades de los químicos cambian.

Por su parte, Lars Stixrude, físico teórico mineral de la Universidad de California (EE.UU.), afirmó que dentro de esas supertierras esperan hallar “cristales que no existen en la Tierra ni en ningún lugar de la naturaleza” y agregó que a “muy alta presión” los átomos sufren cambios, especialmente en la forma en que se unen.

Pese a las investigaciones realizadas, recrear las condiciones internas de los exoplanetas no es sencillo, ya que en las pruebas los diamantes con los que se trabaja tienden a romperse mucho antes de alcanzar la presión que ejercen los exoplanetas. Para sortear estas dificultades, recurrieron a experimentos de compresión dinámica.

Con esta metodología se logra ejercer una gran presión, en un proceso que dura nanosegundos y que permitió descubrir la densidad e incluso las estructuras químicas del hierro y de otras moléculas bajo presiones inéditas, pero aún lejas de las que se intenta estudiar.