Beneficios y Riesgos de incluir Carne en la Dieta
El consumo de este tipo de carne se ha reducido drásticamente en todo el mundo, debido a que millones de personas están optando por seguir una alimentación basada en verduras y frutas. Según una encuesta realizada en 2016 por la consultora Harris Interactive, aproximadamente 8 millones de adultos en Estados Unidos son vegetarianos o veganos, de acuerdo con el ‘Instituto de Ciencias de la Salud y la Actividad Física de España’.
Esta determinó que el 37% de los adultos que comían asiduamente fuera de casa, “siempre” o “a veces” optaba por comidas vegetarianas, citando en un 36% de las respuestas la preocupación por la salud. Lo cierto es que en los últimos 10 años, el consumo de carne roja ha disminuido alrededor de 4,5 kilogramos por persona, siendo 2014 el año en el que menor cantidad se ha consumido desde 1960.
Está comprobado que esta carne contiene numerosas vitaminas y minerales que son esenciales para una dieta saludable y equilibrada. Además, nos proporciona proteínas de alto valor biológico, esenciales para acelerar la recuperación tras un entrenamiento y mantener nuestro sistema inmunitario en buen estado.
No obstante, en los últimos años su reputación ha sido severamente dañada con estudios en los que se sugiere que la ingesta de carne roja puede aumentar el riesgo de enfermedades. Pero, ¿es realmente tan nociva? Mientras unos afirman que cuando se trata de la salud, una dieta a base de verduras y frutas es el mejor camino a seguir, otros defienden que nuestro organismo está diseñado para consumir gran cantidad de carne, y sobre todo la de este tipo.
Aun así, analicemos las patologías que pueden desarrollarse ante un consumo excesivo de carne roja.
En octubre de 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un informe en el que se concluyó que tanto este tipo de carne, como las carnes procesadas, eran “probablemente carcinogénicas para los seres humanos“, lo que significa que existen evidencias de que puede aumentar el riesgo de padecer esta enfermedad. Quedó reflejado que las carnes procesadas tienen sustancias añadidas en su composición (hormonas, antibióticos, entre otras), que se introducen en el cuerpo del animal con el objetivo de mejorar la conservación de la carne, acelerar el desarrollo y evitar que éste sufra algún tipo de enfermedad durante su crianza. Son las responsables de incrementar el riesgo a padecer cáncer si se consumen por un largo periodo de tiempo.
El consumo de carne por sí solo no incrementa el riesgo de padecer un infarto o ictus, pero si lo aumenta la ingesta excesiva de grasas saturadas y colesterol.No obstante, si en nuestra dieta calculamos bien las necesidades individuales, no habrá riesgo de padecer una enfermedad del sistema circulatorio.
Es un trastorno digestivo en el que se produce la inflamación en uno o más de los sacos que recubren la pared del colon. Puede conducir a una serie de complicaciones graves, incluyendo abscesos, perforación del colon y peritonitis. Aunque las causas específicas de la diverticulitis no son claras, un estudio publicado en 2017 por la revista Gut sugirió que comer grandes cantidades de carne roja puede aumentar la probabilidad de desarrollar este trastorno. Según el estudio, comparando a hombres que ingerían bajas cantidades de este tipo de carne con hombres que se excedían en el consumo, afirmaron que éstos últimos tenían un 58% más de riesgo de desarrollar diverticulitis.
Por tanto, al igual que ocurre con otros alimentos, son los consumos excesivos los que aumentan el riesgo de padecer una enfermedad. Para evitar este problema, debemos ingerir carne no procesada y de animales bien tratados durante su crianza, ya que de lo contrario puede incrementarnos el nivel de colesterol y triglicéridos en sangre.
Un consumo controlado dentro de las recomendaciones generales, será beneficioso para nuestra salud, pues tendremos menor riesgo de desarrollar anemia, mejor recuperación tras los entrenamientos y contribuirá a mantener nuestra masa muscular y sistema inmunológico.