Alertan sobre los Riesgos de Comer antes de Dormir
Cenar muy tarde, especialmente poco tiempo antes de ir a la cama, es una práctica dañina para el organismo humano. Es algo en lo que coincide todos los dietistas. En Rusia también existe este problema y expertos consultados por ‘RIA Novosti’ explican su origen y cómo abordarlo.
Muchas de estas personas no desayunan, picotean de día, sin tener en cuenta las calorías y cuando llegan a casa tarde cenan alimentos ricos en grasa. Pronto desarrollarán alguna enfermedad aguda o crónica, como úlcera péptica o gastritis. La ingestión excesiva de alimentos a final del día en provoca problemas de sueño, metabolismo, circulación de lípidos y carbohidratos; obesidad y diabetes.
“Por supuesto, los médicos no recomiendan este régimen de alimentación”, sintetiza la dietóloga principal del Sistema de Sanidad de Moscú, Antonina Starodúbova. “Hay que obligatoriamente hallar las posibilidades de comer al menos tres veces al día u, óptimamente, 5 o 6 veces en pequeñas porciones”, continúa.
Hay dos tipos de personas que comen tarde: el primero de ello lo constituyen gente sana que por distintas razones se ve obligada a hacerlo. El segundo lo integran individuos que sufren ciertos problemas de índole psicológica o psiquiátrica, estimó Starodúbova. En la medicina su condición se califica de trastornos del comportamiento alimentario. Incluso en inglés existe un término especial: síndrome de alimentación nocturna. Para las personas que lo padecen son típicas las desganas de comer durante la mañana y un apetito desmedido durante la noche, cuando el aquejado ingiere más del 25% de las calorías después de la cena.
La obesidad y los fallos del metabolismo son solo parte de las complicaciones de este modo de vida. Según las recientes investigaciones, mientras menos tiempo haya pasado desde la última comida hasta que la persona se duerma, mayores son los riesgos de contraer algunas formas de cáncer.
Según otro experto, el narcólogo Oleg Búzik, algunas personas optan por comer de forma abundante de noche “para poder con su pesadumbre; luego sienten una culpabilidad adicional por lo excesivamente ingerido y la cubren nuevamente con la comida”. La soledad puede ser un factor desfavorable añadido que impulsa la ingestión nocturna excesiva, pero en muchas ocasiones aquellos que tienen parejas presentan el mismo problema.
En la noche las personas pierden el control de la cantidad de alimentos consumidos. “Dejan de funcionar los denominados barorreceptores”, explicó el experto. Las ganas insuperables de comer en esta situación pueden ser calificadas de “una enfermedad adictiva” con “todos los indicios de la drogadicción”, opinó Búzik. “Es un estado muy hipertrófico, que se mantiene constantemente en la conciencia y no deja pensar en otra cosa”.
Esta dependencia se desarrolla, como las demás, en particular a causa de problemas psicológicos acumulados, que la persona es incapaz de resolver por sí sola: una situación que debe ser abordada por un especialista.