Sobreviviente: “La carne humana sabe como la de vaca”

En octubre de 1972 un equipo de rugby uruguayo, el Old Christians Club, viajaba a Chile para disputar una serie de partidos. Mientras cruzaban la cordillera de Los Andes –la cadena montañosa más alta de América– el avión sufrió un desperfecto y se precipitó.

Un grupo de sobrevivientes –de los 45 pasajeros que viajaban– quedó atrapado a más de 4.000 metros de altura sin comida, agua, ni ropa adecuada para temperaturas que alcanzaron los -30°. Esto los llevó a tomar la difícil determinación de comerse a quienes habían fallecido para no morir.

“En diez días comí diez cuadraditos de chocolate, 1/16 de una lata de berberechos… no quedaba nada en la despensa”, relató Carlos Páez, uno de los sobrevivientes, al periodista español Risto Mejide. Fue entonces cuando Nando, uno de sus compañeros, lo miró a los ojos y le dijo: “Yo me como al piloto”.

“Creo que agarraron a quien tenían más cerca”, apuntó Páez que tenía tan solo 18 años al momento de la tragedia y cumplió los 19 en las cumbres de Los Andes. “Estaba todo congelado y no la cocinábamos. Algún día pudimos cocinarla, pero si no la comíamos cruda”, añadió.

El sobreviviente explicó que “llega un momento en el que te acostumbras tanto que de pronto te sientas encima de un muerto para no estar encima de la nieve”. Además, Páez aseguró que “la carne humana sabe igual que la carne de vaca”. “El papa nos mandó una carta diciendo que habíamos hecho lo correcto”, concluyó.

Luego de 72 días y gracias a que dos sobrevivientes cruzaron a pie la cordillera en busca de ayuda, fueron rescatados. La historia fue retratada años después en la película ‘Viven’.